miércoles, marzo 14, 2018

Naturaleza muerta


Un día dejó de llover,
la luz del sol cada vez se volvió menos intensa,
como si el sol ya no calentara,
como si fuese un dibujo pintado en el cielo, y solo valiera como objeto decorativo.

Un día dejó de llover,
los niños dejaron de salir al patio,
comenzamos a helarlos de frío cada noche, y a buscar otras hogueras con las que calentarnos.

Un día dejó de llover,
y todas nuestras plantas terminaron secándose.

4 comentarios:

  1. Por suerte, a pesar de la sequía, siempre estamos a tiempo de traer un poco de agua a las raíces. Aunque sean lágrimas por lo que ya no es. Aunque se trate tan sólo de darnos calma y algo en que confiar.

    No te seques :)

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